jueves, 17 de noviembre de 2011

Sorpresa... Sorpresa...

"Acompáñameeeee, una noche máaaass..."

Qué tiempos aquellos, en los que la Gemio hacía aparecer de repente a ese hermano desheredado proveniente de las Américas (def. Lares donde antaño triunfasen Conchita Piquer, Rocío Dúrcal o el gran Nino Bravo), para la estupefacción del invitado, que, haciendo acopio de estoicismo, esbozaba una chirriante mueca de asombro y falsa emoción, finalizando todo ello en un estrepitoso acercamiento más luchagrecoromanesco que abrazo.

Total, que sorpresa es la que me he llevado tonight en viendo un capítulo de la serie de culto "The Big Bang Theory". En ella, un grupo de frikis científicos, amantes de los juegos de rol, Star Wars, Star Trek y todo lo que empieza por Star, las camisetas chillonas con motivos del mundo videojueguil y del cómic, nos hacen troncharnos con su peculiar día a día en el mundo real.

Pues cual ha sido mi sorpresa cuando, en una de las escenas iniciales del noveno capítulo de la quinta temporada, veo ésto:


Sé que estaréis pensando: "Puto Hattze, cada día peor... el pobretico, si en el fondo la culpa no es suya...".
No, amigos/gas, el misterio tiene solución en la siguiente instantánea:


Traaanqui!! Es el mismo robot. En mi caso, la foto fue tomada en Dinamarca, concretamente en una localidad cerca de Copenhague, donde a principios de año asistí a un curso junto a un compañero de trabajo (ese Andres, tionen).
El androide era capaz de reaccionar ante estímulos externos, siendo capaz de andar, dar la mano, o incluso pronunciar un número limitado de frases, y su propietario, el profesor del curso, nos dijo que lo había comprado en Estados Unidos, en un congreso de innovación tecnológica o algo así...

Al final mi jefe va a tener razón, cuando se refiere a mí como "el rarito de las gafas".