lunes, 24 de enero de 2011

El Cagón Enmascarado

Volví a entrar en el lavabo de hombres de mi trabajo.
Después de la última experiencia traumática, pensé que no podría con ello, pero haciendo acopio de poder, y tras unos vítores y aplausos de ánimo de mis compañeros, me enfrenté a mi destino.
Me dispuse a abrir la puerta del inodoro, con el pulso firme y el ojete prieto, y ahí estaba: la tapa.
Frente a frente, sólo los pedos de algún comedor compulsivo de coles de Bruselas como telón de fondo, los dos solos, de nuevo.
Sin pestañear, la levanté. Con decisión, ajeno a su frágil apariencia, ya había aprendido la lección... Y...

¡QUÉ ASCO! ¡MALDITO BASTARDO APESTOSO!

Otra vez el frenazo, el souflé, la marca del Zorro, el estucado, la Nutella, similar pastel de caca que ni los gorilas del zoo, ni Carlos Sainz hizo tal derrape en su día de gloria (bueeno, dos a lo sumo), derecha se cierra, raaass, ojo truñooo...

Same time, same place. ShitMan strikes again.

¿Hará en su casa lo mismo? No entiendo de leyes, pero es motivo de divorcio seguro; tú dirás, semejante montón de mierda no puede quedar impune. Si Mr. Proper levantara la cabeza...
¿Porqué no hay mayores castigos contra tales delincuentes? Sí, queridos estoyapuntodesacarlapota, dejar un reguero de destrucción de tales dimensiones debe ser castigado con ejecución en plaza pública, previo apedreamiento a discreción, todo ello aderezado con catering de cosecha excrementil propia a paletadas y hasta reventar.

Si estás leyendo esto, tan sólo deseo que superes ese trauma que hace que nos deleites cada día con tu oda de putrefacción intestinal.
Si no, es que estás otra vez cagando, puto cabrón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario